Siempre he pensado que
todo esfuerzo recibe su recompensa, quizás no como la que quisiéramos. Es
decir, uno se imagina un triunfo avasallante; pero la verdad es que el premio
no compensa el esfuerzo. Y decimos: Me mate haciendo esto o aquello y mira…
Pero seamos justos.
¿Hicimos realmente todo el esfuerzo? ¿Dimos el 1000%?
En la Biblia
dice:
“El que siembra
escasamente, también segara escasamente; y el que siembra generosamente,
generosamente también segara” 2 Corintios 9. 6
Eso aplicándolo al esfuerzo
nos deja claro que si recibimos una recompensa pequeña es porque nuestro esfuerzo
fue pequeño y nos creímos que dimos lo mejor de nosotros. Para recibir en
grande hay que esforzarse en grande. No mires como le va a otros y no critiques
el éxito de los demás, esas personas se esforzaron grandemente sacrificando
horas de sueño, compartir con sus familias y amistades prácticamente se
entregaron en cuerpo y alma a sus proyectos hasta alcanzar la recompensa
esperada incluso sobrepasando lo que esperaban.
No te digo que abandones
a tu familia ni a tus amigos, sólo digo que si no estás dispuesto o dispuesta a
entregar 2000% no envidies al que dio el 3000%.
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