domingo, 3 de junio de 2012

Capitulo 1 "Manzanas Verdes"


Capitulo 1




E
l cielo azul  brillaba en lo alto salpicado por algunas nubes blancas como el algodón empujadas por una suave brisa primaveral formando caprichosas formas jugando con la imaginación de dos adolecentes que miraban acostadas en el verde césped al tiempo que hacían planes para sus vacaciones.
—Me imagino tirada al sol con un bikini bronceándome,  y a los chicos atractivos devorándome con la mirada.
 Eran las palabras de una chica de unos dieciséis años de piel blanca como la nieve  y una cabellera castaña oscura con un suave acento ingles.
— ¿Es lo que te imaginas?  —Pregunto la larguirucha de cabellera alborotada.
— ¡Por supuesto! —Rompió a reír la primera quien giro poniéndose boca a bajos.
Continuó  diciendo decidida la chica de tez blanca como el algodón y mejillas sonrosadas.
—Ni lo sueñes. —Negaba la otra al tiempo con la cabeza.
—No seas aguas fiestas. Serán treinta días sin los padres ni los tutores y menos sin la  prefecta. No pienso desperdiciarlos entre momias y vasijas. Serán las mejores vacaciones que jamás hayamos tenido. —Decía entusiasmada.           
—Danna, la maestra no nos perderá de vista, y eso si es que me dan el permiso.
—Escucha me bien miedosa. —Dijo enfadada, Danna.
— ¿¡MIEDOSA, YO!?¿Cómo te atreves? ¿Olvidaste quien planeo la escapada de la semana pasada para la fiesta?—Dijo indignada la chica de apariencia descuidada.
—Está bien..., está bien "Harry Houdini". —Dijo en tono de burla, Danna.
—No te burles. —Espetó molesta la otra.
La chica de la cabellera enmarañada estaba de rodillas con los puños apoyados en las caderas y con la blusa en parte fuera de la pretina de la falda y la corbata floja fuera de lugar.    
—La verdad es que el plan fue un éxito nunca se lo imaginarían ni en un millón de años aunque la fiesta no estuvo del todo mal. —Ambas reían de sus fechorías.
—Las de ultimo año se creen  que se las saben todas; pero ya ves ni una sola pudo llegar a la fiesta y cuando se enteraron que fuimos casi les da un ataque.—Decía la primera con la cara roja de tanto reír.
— ¿Llamaste al viejo Almeida?, para lo del permiso casi se vence el plazo para las autorizaciones. —Continúo la primera.
—Lo he intentado en varias oportunidades pero no me responden, le deje varios mensajes en la grabadora; pero nada.-Decía la segunda tratando en vano de componer su alborotada cabellera.
—Quizás este de viajes. -La tranquilizo la amiga.
—No, no creo....me hubiese dicho. Aunque pudiera ser.....
Se rasco la indómita cabellera dándose por vencida en eso se escucho el timbre que indicaba el final del  recreo debían de retornar a las aulas al tiempo que intentaba arreglar su  apariencia atravesando el frondoso patio para llegar a la siguiente clase.
—Señorita Torres Vargas. La señora directora desea verla cuando terminen las clases por favor pase a su despacho.
Era la voz engolada de una mujer de baja estatura  y peinada de forma rígida que no permitía ni una sola hebra fuera de lugar, vestida con un severo uniforme azul oscuro y una blusa blanca sumamente pulcra los zapatos cómodos y ortopédicos nada atractivos y medias igualmente gruesas color piel aunque por su grosor eran claro indicativos de ser igualmente ortopédica para las varices.
—Allí estaré señorita prefecta.
Respondió en u tono dulce; pero en el que se percibía cierto sarcasmo recibiendo una mirada de desaprobación por su apariencia desaliñada y una clara advertencia de que su comportamiento no sería aceptado por la mujer. En el pasado ambas se habían enfrentado por la conducta rebelde de la joven estudiante además de que la mujer siempre había tenido la sospecha de que muchas de las bromas de las que ella y otras maestras habían sido víctimas la autora intelectual había sido Abril.
— ¿Qué querrá esa bruja ahora?
Murmuro por lo bajo Danna quien terminaba de acomodarse su perfecto corte de pelo que descansaba sobre los estrechos hombros.
—Seguro me dirá que mi tutor ya me dio el permiso, ha de estar furiosa, si por esas dos fuera nunca saldría de este encierro. —Dijo, Abril levantándose de hombros.
— ¿Por qué será? —Comento en tono socarrón su amiga. Nuevamente reían aunque ahora trataban de amortiguar la intensidad metiendo las cabezas en los casilleros de donde tomaron los libros del siguiente periodo de clases. A la hora señalada se encontraba en el despacho de la señora directora asiendo ante sala frente a la secretaria que al igual que la Prefecta vestía uniforme aunque esta era mucho más joven y tenía una excelente figura. No se peinaba de forma rígida aunque sí con el pelo recogido en un estilo más juvenil que le daba cierta frescura al jovial rostro.
—No te impacientes la señora directora está por terminar su llamada.
Le decía la secretaria en un tono de voz suave y gentil. Le agradaba era una de las pocas personas en aquel internado que no era una amargada ni una estirada y disfrutaba de las travesuras de las chicas y de vez en cuando se hacía cómplice llevándoles algunos encargos que las estudiantes le hacían.
— ¿Qué te pareció el esmalte que le escogía a Danna?
— ¡Esta estupendo!
— ¿Y tú,  vas a querer algo? Voy para el pueblo esta tarde.
—La verdad sí. Me gustarían unas baterías para mi radio ya casi no tengo.
—Dalo por hecho, mañana te las entrego.
Intercambiaron miradas de complicidad justo al abrirse la puerta del despacho.
—Señorita, llame usted… ¡oh!  Ya encuentra aquí,  adelante señorita Torres Vargas.
La joven se puso en pies pasando frente a la directora quien luego la siguió.
—Tome asiento por favor. Mañana ira con la señorita prefecta a la óptica para probarse los lentes que le prescribió el doctor, perderá la última  clase su maestra de historia y la entrenadora de equitación la ah excusado de la práctica. Eso es todo, puede retirarse. ¡Ah! procure peinar esa maraña no da un buen aspecto a la imagen de nuestra institución.
Cuando iba a dar la vuelta para salir del despacho de la directora dijo rápidamente.
—El señor Almeida, ¿se ha comunicado?
—Aun no; creo que usted no participara este año del viaje señorita Torres Vargas.
La directora dirigió su atención a unos documentos que tomo del escritorio dando por terminada su reunión con este gesto.
—Gracias señora directora. —Salió cerrando la puerta tras ella con gran sigilo.
— ¿Te dieron el permiso?—Era la secretaria quien preguntaba ansiosa.
—Dice que aun no se comunica con ella mi tutor.
—Lo siento mucho. El plazo para el viaje a México está por terminar.
—Bienvenido aburrimiento. —Dijo irónica la chica.
Algunas internas cuando no obtenían los permisos para participar en los viajes que organizaba el internado y sus familiares no las llevaban a sus casas debían quedarse en el plantel donde tomaban cursos independientes y ocasionalmente visitaban en la ciudad algún museo, Catedral, galería de artes o iban a algún concierto de música clásica. Todo esto se hacía con la finalidad de atiborrarlas de conocimientos que en un futuro las colocarían como futuras perfectas esposas de algún hombre maduro que buscaba no sólo la belleza física, sino, que no lo dejara en vergüenza con sus socios.
Abril, presentía que ese año no saldría de viajes. Dos semanas atrás había cumplido los dieciséis y su tutor había ido por ella el fin de semana, la llevo a un conocido restauran de cocina europea en la ciudad, luego la acompaño a elegir su obsequio el cual le provoco risas acompañada por una fuerte tos del  anciano quien disfrutaba de las ocurrencias de la chica.
—A ver. ¿Dime qué piensas hacer con esa cosa?
—Una broma. ¿Qué más?
—Por favor no te metas en más problemas.
— ¿Y por qué no? Tú vendrás en mi rescate enseguida, como un valiente caballero en su reluciente armadura y blanco corcel.
El hombre de prominente barriga reía encantado de las ocurrencias de su ahijada y protegida.
—No siempre te podré auxiliar. Ya estoy viejo y muy cansado, y esa armadura no brilla como antes mi niña.
—Eso no es cierto. —Pellizco las rozagantes mejillas al  hombre quien se sorprendió por el gesto volviendo a reír.
—Tú siempre serás mi valiente caballero. —Le planto un gran beso en la mejilla abrazándolo con gran amor.
—Sólo te pido que tengas cuidado; me imagino que la broma será para la prefecta.
— ¡En efecto mi querido Watson!
Aquella misma noche entre sus cómplices de travesuras y Danna siempre dispuestas a la aventura se las arreglaron para llegar a los dormitorios de las maestras e introduciéndose a estos desenrosco la ducha de la prefecta e instalo un pequeño dispositivo que fue efectivamente cubierto nuevamente por la cabeza de la regadera. Las compañeras que estaban en el pasillo y que con sonidos particulares se avisaban de cualquier movimiento extraño se retiraron a sus dormitorio sintiendo la adrenalina correr por sus cuerpos al realizar maniobras para escaparse del encuentro con la prefecta y una estudiante.
—Hora de apagar las luces señoritas en cinco minutos.
Anuncio la prefecta quien aun no regresaba a su dormitorio pues hacia su última ronda antes de irse a dormir. Las puertas comenzaron a cerrarse al paso de la encargada de la disciplina y el orden.
—¿Cuando crees que la escucharemos gritar? —Preguntaba Rosalba desde la cama vecina a Danna.
—Creo que no gritara, esta broma es de otra clase. -Respondió riendo por lo bajo
—Aun no lo comprendo. El chiste está en que grite y haga un gran alboroto.
Protesto Indira desde la cama junto a la de Abril.
—Esas bromas ya están muy gastadas por las de último año. Esta es más de olores.
Sin poder contenerse la joven de la cabellera como un nido de arañas reía.
A la mañana siguiente mientras cada quien se servía en el comedor el desayuno y el grupo de Abril se acomodaba en su mesa habitual entraron con pasos firmes la señora directora seguida de inmediato por la prefecta y tres maestras más y una mujer de mayordomía.
—Señoritas. Necesito que presten  atención. 
Trataba de hablar con serenidad pero el mal olor que despedía la prefecta se lo dificultaba.
—Alguna de ustedes al parecer decidió hacer una de sus típicas bromitas  y coloco esto en la ducha de la señorita prefecta. 
Levanto en alto sostenido por dos dedos  el pequeño dispositivo que contuvo el desagradable perfume sólo comparado al de un zorrillo.
—Les exijo que se ponga o se pongan de pies las responsables de este acto tan desagradable.
La mujer de voz autoritaria y de apariencia distinguida con su abundante y canoso pelo cortó prolijamente peinado vistiendo un conjunto de tres piezas de excelente corte y joyas antiguas que quizás heredo de  su madre. Al no recibir reacción de las alumnas y solo ver que se cubrían las narices al igual que  las bocas tratando de evitar el desagradable olor así como ocultar las risas las otras maestras que estaban junto a la aromática mujer se colocaron a un lado pues el mal olor se acrecentaba a cada instante la directora controlándose dijo:
—En vista de que ninguna se hará responsable públicamente tienen hasta hoy antes de la cena de lo contrario me veré obligada a tomar una drástica determinación y castigare a todo el plantel por culpa de unas cuantas.
De inmediato se escucharon protestas de las alumnas que no estaban de acuerdo en ser castigadas por unas pocas.
La directora ajusto las elegantes monturas de sus anteojos.
—Si deciden confesar  las estaré esperando en mi despacho.
Dio media vuelta chocando con la delgada mujer que despedía un desagradable olor casi la empujo para abrirse paso y poner distancia. La prefecta tenía la larga cabellera que siempre lucia en un apretado moño suelto más abajo de los hombros y en lugar del pulcro uniforme usaba una bata de baños afelpada de un espantoso color grisáceo que no le favorecía, debajo se dejaba ver una bata de algodón blanco con mangas largas de un corte severo y encajes en los puños.
—Nunca imagine ver este día.
Reía Danna mientras la comitiva se alejaba. Las estudiantes come

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