Capitulo 1
E
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l cielo azul brillaba en lo alto salpicado por algunas
nubes blancas como el algodón empujadas por una suave brisa primaveral formando
caprichosas formas jugando con la imaginación de dos adolecentes que miraban
acostadas en el verde césped al tiempo que hacían planes para sus vacaciones.
—Me imagino tirada al sol con un bikini bronceándome, y a los chicos atractivos devorándome con la
mirada.
Eran las
palabras de una chica de unos dieciséis años de piel blanca como la nieve y una cabellera castaña oscura con un suave
acento ingles.
— ¿Es lo que te imaginas? —Pregunto la larguirucha de cabellera
alborotada.
— ¡Por supuesto! —Rompió a reír la primera quien
giro poniéndose boca a bajos.
Continuó diciendo decidida la chica de tez blanca como
el algodón y mejillas sonrosadas.
—Ni lo sueñes. —Negaba la otra al tiempo con la
cabeza.
—No seas aguas fiestas. Serán treinta días sin los
padres ni los tutores y menos sin la
prefecta. No pienso desperdiciarlos entre momias y vasijas. Serán las
mejores vacaciones que jamás hayamos tenido. —Decía entusiasmada.
—Danna, la maestra no nos perderá de vista, y eso si
es que me dan el permiso.
—Escucha me bien miedosa. —Dijo enfadada, Danna.
— ¿¡MIEDOSA, YO!?¿Cómo te atreves? ¿Olvidaste quien
planeo la escapada de la semana pasada para la fiesta?—Dijo indignada la chica
de apariencia descuidada.
—Está bien..., está bien "Harry
Houdini". —Dijo en tono
de burla, Danna.
—No te burles. —Espetó molesta la otra.
La chica de la cabellera enmarañada estaba de
rodillas con los puños apoyados en las caderas y con la blusa en parte fuera de
la pretina de la falda y la corbata floja fuera de lugar.
—La verdad es que el plan fue un éxito nunca se lo
imaginarían ni en un millón de años aunque la fiesta no estuvo del todo mal. —Ambas
reían de sus fechorías.
—Las de ultimo año se creen que se las saben todas; pero ya ves ni una
sola pudo llegar a la fiesta y cuando se enteraron que fuimos casi les da un ataque.—Decía
la primera con la cara roja de tanto reír.
— ¿Llamaste al viejo Almeida?, para lo del permiso
casi se vence el plazo para las autorizaciones. —Continúo la primera.
—Lo he intentado en varias oportunidades pero no me
responden, le deje varios mensajes en la grabadora; pero nada.-Decía la segunda
tratando en vano de componer su alborotada cabellera.
—Quizás este de viajes. -La tranquilizo la amiga.
—No, no creo....me hubiese dicho. Aunque pudiera
ser.....
Se rasco la
indómita cabellera dándose por vencida en eso se escucho el timbre que
indicaba el final del recreo debían de
retornar a las aulas al tiempo que intentaba arreglar su apariencia atravesando el frondoso patio para
llegar a la siguiente clase.
—Señorita Torres Vargas. La señora directora desea
verla cuando terminen las clases por favor pase a su despacho.
Era la voz engolada de una mujer de baja
estatura y peinada de forma rígida que
no permitía ni una sola hebra fuera de lugar, vestida con un severo uniforme
azul oscuro y una blusa blanca sumamente pulcra los zapatos cómodos y
ortopédicos nada atractivos y medias igualmente gruesas color piel aunque por
su grosor eran claro indicativos de ser igualmente ortopédica para las varices.
—Allí estaré señorita prefecta.
Respondió en u tono dulce; pero en el que se
percibía cierto sarcasmo recibiendo una mirada de desaprobación por su
apariencia desaliñada y una clara advertencia de que su comportamiento no sería
aceptado por la mujer. En el pasado ambas se habían enfrentado por la conducta
rebelde de la joven estudiante además de que la mujer siempre había tenido la
sospecha de que muchas de las bromas de las que ella y otras maestras habían
sido víctimas la autora intelectual había sido Abril.
— ¿Qué querrá esa bruja ahora?
Murmuro por lo bajo Danna quien terminaba de
acomodarse su perfecto corte de pelo que descansaba sobre los estrechos
hombros.
—Seguro me dirá que mi tutor ya me dio el permiso, ha
de estar furiosa, si por esas dos fuera nunca saldría de este encierro. —Dijo,
Abril levantándose de hombros.
— ¿Por qué será? —Comento en tono socarrón su amiga.
Nuevamente reían aunque ahora trataban de amortiguar la intensidad metiendo las
cabezas en los casilleros de donde tomaron los libros del siguiente periodo de
clases. A la hora señalada se encontraba en el despacho de la señora directora
asiendo ante sala frente a la secretaria que al igual que la Prefecta vestía
uniforme aunque esta era mucho más joven y tenía una excelente figura. No se
peinaba de forma rígida aunque sí con el pelo recogido en un estilo más juvenil
que le daba cierta frescura al jovial rostro.
—No te impacientes la señora directora está por
terminar su llamada.
Le decía la secretaria en un tono de voz suave y
gentil. Le agradaba era una de las pocas personas en aquel internado que no era
una amargada ni una estirada y disfrutaba de las travesuras de las chicas y de
vez en cuando se hacía cómplice llevándoles algunos encargos que las
estudiantes le hacían.
— ¿Qué te pareció el esmalte que le escogía a Danna?
— ¡Esta estupendo!
— ¿Y tú, vas
a querer algo? Voy para el pueblo esta tarde.
—La verdad sí. Me gustarían unas baterías para mi
radio ya casi no tengo.
—Dalo por hecho, mañana te las entrego.
Intercambiaron miradas de complicidad justo al
abrirse la puerta del despacho.
—Señorita, llame usted… ¡oh! Ya encuentra aquí, adelante señorita Torres Vargas.
La joven se puso en pies pasando frente a la
directora quien luego la siguió.
—Tome asiento por favor. Mañana ira con la señorita
prefecta a la óptica para probarse los lentes que le prescribió el doctor,
perderá la última clase su maestra de
historia y la entrenadora de equitación la ah excusado de la práctica. Eso es
todo, puede retirarse. ¡Ah! procure peinar esa maraña no da un buen aspecto a
la imagen de nuestra institución.
Cuando iba a dar la vuelta para salir del despacho
de la directora dijo rápidamente.
—El señor Almeida, ¿se ha comunicado?
—Aun no; creo que usted no participara este año del
viaje señorita Torres Vargas.
La directora dirigió su atención a unos documentos
que tomo del escritorio dando por terminada su reunión con este gesto.
—Gracias señora directora. —Salió cerrando la puerta
tras ella con gran sigilo.
— ¿Te dieron el permiso?—Era la secretaria quien
preguntaba ansiosa.
—Dice que aun no se comunica con ella mi tutor.
—Lo siento mucho. El plazo para el viaje a México
está por terminar.
—Bienvenido aburrimiento. —Dijo irónica la chica.
Algunas internas cuando no obtenían los permisos
para participar en los viajes que organizaba el internado y sus familiares no
las llevaban a sus casas debían quedarse en el plantel donde tomaban cursos
independientes y ocasionalmente visitaban en la ciudad algún museo, Catedral, galería
de artes o iban a algún concierto de música clásica. Todo esto se hacía con la
finalidad de atiborrarlas de conocimientos que en un futuro las colocarían como
futuras perfectas esposas de algún hombre maduro que buscaba no sólo la belleza
física, sino, que no lo dejara en vergüenza con sus socios.
Abril, presentía que ese año no saldría de viajes.
Dos semanas atrás había cumplido los dieciséis y su tutor había ido por ella el
fin de semana, la llevo a un conocido restauran de cocina europea en la ciudad,
luego la acompaño a elegir su obsequio el cual le provoco risas acompañada por
una fuerte tos del anciano quien
disfrutaba de las ocurrencias de la chica.
—A ver. ¿Dime qué piensas hacer con esa cosa?
—Una broma. ¿Qué más?
—Por favor no te metas en más problemas.
— ¿Y por qué no? Tú vendrás en mi rescate enseguida,
como un valiente caballero en su reluciente armadura y blanco corcel.
El hombre de prominente barriga reía encantado de
las ocurrencias de su ahijada y protegida.
—No siempre te podré auxiliar. Ya estoy viejo y muy
cansado, y esa armadura no brilla como antes mi niña.
—Eso no es cierto. —Pellizco las rozagantes mejillas
al hombre quien se sorprendió por el
gesto volviendo a reír.
—Tú siempre serás mi valiente caballero. —Le planto
un gran beso en la mejilla abrazándolo con gran amor.
—Sólo te pido que tengas cuidado; me imagino que la
broma será para la prefecta.
— ¡En efecto mi querido Watson!
Aquella misma noche entre sus cómplices de
travesuras y Danna siempre dispuestas a la aventura se las arreglaron para
llegar a los dormitorios de las maestras e introduciéndose a estos desenrosco la
ducha de la prefecta e instalo un pequeño dispositivo que fue efectivamente
cubierto nuevamente por la cabeza de la regadera. Las compañeras que estaban en
el pasillo y que con sonidos particulares se avisaban de cualquier movimiento
extraño se retiraron a sus dormitorio sintiendo la adrenalina correr por sus
cuerpos al realizar maniobras para escaparse del encuentro con la prefecta y
una estudiante.
—Hora de apagar
las luces señoritas en cinco minutos.
Anuncio la
prefecta quien aun no regresaba a su dormitorio pues hacia su última ronda
antes de irse a dormir. Las puertas comenzaron a cerrarse al paso de la
encargada de la disciplina y el orden.
—¿Cuando crees
que la escucharemos gritar? —Preguntaba Rosalba desde la cama vecina a Danna.
—Creo que no
gritara, esta broma es de otra clase. -Respondió riendo por lo bajo
—Aun no lo
comprendo. El chiste está en que grite y haga un gran alboroto.
Protesto Indira
desde la cama junto a la de Abril.
—Esas bromas ya
están muy gastadas por las de último año. Esta es más de olores.
Sin poder
contenerse la joven de la cabellera como un nido de arañas reía.
A la mañana
siguiente mientras cada quien se servía en el comedor el desayuno y el grupo de
Abril se acomodaba en su mesa habitual entraron con pasos firmes la señora
directora seguida de inmediato por la prefecta y tres maestras más y una mujer
de mayordomía.
—Señoritas.
Necesito que presten atención.
Trataba de
hablar con serenidad pero el mal olor que despedía la prefecta se lo
dificultaba.
—Alguna de
ustedes al parecer decidió hacer una de sus típicas bromitas y coloco esto en la ducha de la señorita
prefecta.
Levanto en alto
sostenido por dos dedos el pequeño
dispositivo que contuvo el desagradable perfume sólo comparado al de un
zorrillo.
—Les exijo que
se ponga o se pongan de pies las responsables de este acto tan desagradable.
La mujer de voz
autoritaria y de apariencia distinguida con su abundante y canoso pelo cortó
prolijamente peinado vistiendo un conjunto de tres piezas de excelente corte y
joyas antiguas que quizás heredo de su
madre. Al no recibir reacción de las alumnas y solo ver que se cubrían las
narices al igual que las bocas tratando
de evitar el desagradable olor así como ocultar las risas las otras maestras
que estaban junto a la aromática mujer se colocaron a un lado pues el mal olor
se acrecentaba a cada instante la directora controlándose dijo:
—En vista de que
ninguna se hará responsable públicamente tienen hasta hoy antes de la cena de
lo contrario me veré obligada a tomar una drástica determinación y castigare a
todo el plantel por culpa de unas cuantas.
De inmediato se
escucharon protestas de las alumnas que no estaban de acuerdo en ser castigadas
por unas pocas.
La directora
ajusto las elegantes monturas de sus anteojos.
—Si deciden
confesar las estaré esperando en mi
despacho.
Dio media vuelta chocando con la delgada mujer que despedía
un desagradable olor casi la empujo para abrirse paso y poner distancia. La
prefecta tenía la larga cabellera que siempre lucia en un apretado moño suelto
más abajo de los hombros y en lugar del pulcro uniforme usaba una bata de baños
afelpada de un espantoso color grisáceo que no le favorecía, debajo se dejaba
ver una bata de algodón blanco con mangas largas de un corte severo y encajes
en los puños.
—Nunca imagine ver este día.
Reía Danna mientras la comitiva se alejaba. Las
estudiantes come
Me gusta, espero leer el otro capítulo pronto.
ResponderEliminarUn abrazo
Cuando tenga tiempo lo leo (exámenes :SSSS )
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